domingo, 6 de julio de 2014

De la indignación al cabreo y al revés

No sabía si aquí sería un buen sitio para escribir, pero sabia que quería compartirlo (o tal vez desahogarme) y aunque no sea la temática que habitualmente se encuentra en este blog si es algo digno de mostrar. Es una situación aparentemente normal pero con la que a posteriori me asaltaron cantidad de dudas y temas relacionados en los que pensar, espero que a vosotros os contagie el mismo efecto.
Como breve introducción ayer me dispuse a sacar unos billetes de tren en la estación de Renfe. Como es habitual hoy en día, no había ninguna persona en ventanilla, eres tu mismo quien va a una maquinita, le dices el trayecto y los días y él te da a cambio tarifas y horas. Seleccionadas las que más me convenían, era la hora de pagar (solo tarjeta); total, que al meter la tarjeta me la tragó. Aguardé pacientemente unos minutos a ver si el pago tardaba más de lo esperado, pero no. La situación: un soleado sábado de julio a las 3 de la tarde ¿habría algún trabajador por allí cerca? Tuve suerte, y si. El señor, con mirada cansada y voz de ducados, muy amablemente me dijo que él no podia ayudarme, que era de ADIF y la maquina pertenecía a Renfe, que no podia hacer nada, que a lo sumo me la sacaba con una navajuca. En la maquina observé que había un "teléfono de incidencia", llamé; un 902. Después de escuchar pacientemente una grabadora que me ofrecía asociados números con posibles problemas y ninguno de ellos parecerse al mío finalmente se puso al aparato y chico, que con aire no muy comprensivo me dijo que no tenia que llamar a ese teléfono, que ese era para incidencias por internet; "es el que ponía en la máquina, ¿te importa darme el número correcto?". Me pasó con otra chica, esta vez sin el tramite de marque 1 para... No se si sería su primer día de trabajo, soy el único imbécil al que le pasa esto o realmente ni ellos mismos sabían que hacer. Después de mantenerme unos cuantos minutos a la espera mientras ella buscaba una posible solución y el 902 seguía engordando, se me ocurrió presionar la tarjeta que estaba dentro con otra tarjeta para ver si la movía y la expulsaba. ¡Eureka! Conseguí sacarla y de paso encontrar una segunda función a la tarjeta de estudiante de la Universitat de Vàlencia (la primera es darme un gran descuento en el cine para que la entrada me cueste solo 6€). En este momento se acercaba el señoruco de antes con un libro digno de enciclopedia universal diciéndome que había llamado a un número (señalando el libro) y que lo intentase metiendo otra tarjeta a ver si...Le agradecí la gestión más aún a sabiendas de que él no tenia ninguna responsabilidad y lo hizo por hacer un favor.
Finalmente conseguí sacar los billetes. En mi contra he de decir que quizás introduje mal la tarjeta, vamos al revés, pero digo yo que lo normal hubiera sido que la expulsara y en la pantalla dijera "tarjeta introducida erróneamente" o algo así. Con los billetes en la mano, me acerque a la garita del trabajador para informar de mi logro, agradecer de nuevo su ayuda y en resumidas cuentas despotricar del asunto, dándome que pensar una vez me había ido.
La verdad es que si profundizas un poco en el asunto tiene más miga de la que crees, vayamos por partes como dijo Jack. El hecho de que esto me suceda a mi, no me supone ningún problema en comparación con mi abuelo (y con el tuyo, piénsalo así) porque estoy lo suficientemente relacionado con las tecnologías, tengo móvil, una mente joven ("hábil"), tampoco tenia mucha prisa, etc. como para poder sacarme las castañas del fuego yo solito (bueno, casi). Pero imaginate a un abuelo de toda la vida, que se encuentra en esa situación, ¿que cojones haría? De primeras muchos de ellos no tendrán ni tarjeta para sacar el billete, es más llegarán y verán la ventana de ventas cerrada y se pensarán que no venden billetes; ni tendrán vista para ver el número de incidencias si les sucediera algo y con su bendita paciencia esperarían a que la chica les dijera algo (por cierto, yo la colgué), me hubieran mandado un técnico o yo que se (sus 3 horas de espera y eso). Por suerte y esto si que es Marca España, somos buena gente, y cuando podemos nos ayudamos, y del mismo modo que el señoruco me ayudó a mi, estoy seguro (y con más razones) de que ayudaría al abuelo; a pesar de que no es su obligación (no le pagan por eso), estoy seguro de que en otro país ese señoruco no hubiera hecho nada ¡ojo! y no es porque sea "malo" si no porque no es su obligación y también estoy seguro de que al no ser España habría alguien de atención al consumidor allí mismo, no tenemos unas cosas, pero tenemos otras.
Por otra parte pero relacionado me parece horrible esta deshumanización del trabajo, nos tenemos que sacar nosotros mismos los billetes, cobrarnos la compra, servirnos la gasolina,...con todo lo que conlleva, estoy haciendo un trabajo por el que no cobro, es más pago, y no, no pago más barato que en otro sitio donde si me atienden; pero claro estos son beneficios para una empresa, que además se ahorra un sueldo y un seguridad social, ora poniendo una maquina ora haciendo nosotros el trabajo. Negocio redondo.
Lo voy a dejar aquí, que creo que me estoy calentando y metiendo en un jardín. Al final vino lo peor: "¡Que cojones! Devuelvo los billetes y me voy en blablacar" pero no había a quién devolver los billetes ni quién me devolviera el dinero. Cosas que pasan.