lunes, 21 de enero de 2013

Salamanca


“Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado.”
Dejo tras de mi cinco años de mi vida, cinco años en los que he escrito un bonito capítulo de mi libro. Cinco años viviendo en Salamanca, cinco años de risas y lágrimas, de lucha y sufrimiento, de compartir sentimientos y vivencias, de disfrutar de todo aquello que esa ciudad aporta. Conozco cada rincón, he pasado tardes enteras callejeando, empapándome de ese encanto que se respira en el aire, sintiendo una gran familiaridad al pasear, tantas veces he recorrido sus avenidas que ya las siento como propias y no como un extraño el primer día que las recorrí, ahora son parte de mi. Sus atardeceres en la catedral y los amaneceres camino a casa. He vivido su noche y su día y en cada momento conociendo nuevas cosas y nueva gente, de muchos, muchos sitios; aprendiendo jerga, compartiendo culturas, visitando sitios y enriqueciéndome cada día. Compañeros, conocidos, colegas y amigos me llevo conmigo, todos me han aportado, y lo seguirán haciendo en el futuro, más grande o más pequeña todo el mundo deja huella en tu ser y esa etapa lo ha hecho en mi.
Sentir el miedo, la responsabilidad, el gusto, la morriña, la comodidad, el romanticismo, la libertad de estar lejos de casa. Todo eso tienes que afrontar, y convivir con ello. El balance es más que positivo, no podía ser de otra forma. Me siento y me sentiré acogido al volver.
Hasta que no me he ido no me he dado cuenta, nunca miré atrás, no me percaté de que llevaba mucho tiempo viviendo allí, que cinco años son muchos, que me han pasado miles de cosas y que hoy, ahora, y aquí en Valencia miro atrás y sonrío. Mis años en la residencia y en el piso, los amigos que hice allí, los compañeros que tuve y retuve, el vivir no solo en mi habitación, el vivir no solo en mi piso. Son tantas las anécdotas, las historias y las experiencias que me llevo que me es imposible plasmarlas todas; imaginaos, cinco años de una vida.
Pero hoy no digo adiós a Salamanca, ni a lo que allí tuve, si no que más bien es un hasta luego.
Catedral